Pequeño intento para dar razones

de una esperanza mínima

Adrián Linari (Romang, Santa Fe)

 

Cacodelphia[i], Argentina, Mayo de 2003

 

Estimado don Arturo:

 

¿Recuerda cuando escribió que no somos zonzos, sino que nos hacen zonzos[ii]? Pues bien, no quiero parecerle trágico, pero de un tiempo a esta parte, la zoncera ha adquirido dimensiones pandémicas. Como este azote no sabe de fronteras, hemos caído en la volteada. ¡Y no se imagina cómo nos dolió esa caída! Fue tan grande el golpe, que cuando recuperamos la consciencia, comprendimos que nos estábamos revolcando fuera del mapamundi.

                        En serio, don Arturo. Eso sí, si nos contagiamos fue, en gran medida, por propia vocación. No me animo a definirla, pero creo que se trata de nuestra vieja vocación a ser colonizados. Me explico. Usted dijo que así como hay imperios que pierden sus colonias, hay colonias que pierden sus imperios, cuando dejan de serles necesarias a éste[iii]. Pues bien, por no tener que sufrir tamaña pérdida, asumimos la disponibilidad de la meretriz. Incluso, me parece, sobreactuamos un poco en ese terreno. Sí, ya sé que no se trata de nuestra primera vez. Pero ahora llevamos a cabo el cortesano oficio sin echar mano al preservativo, tal como le gusta a aquel con quien ensayamos nuestras relaciones carnales. En consecuencia, nos pillamos la peste que castiga a buena parte del planeta. Mas en cuanto los especialistas nos diagnosticaron el trastorno que nos tiene al mal traer, no pudimos pavonearnos, como hiciera el Dr. Roca en su momento, de ser la perlita más preciada del Imperio. Porque el Imperio se desentendió de la apestada diciendo que no iba a gastar en ella el ahorro de sus plomeros.

Usted no podría representarse lo que fue eso. Para que se dé una idea, permítame contarle en qué anda el mundo, qué proyectos tiene y qué hizo con los sueños que supo amasar en el siglo de usted, qué papel jugamos los argentinos en este nuevo panorama, qué perspectivas se abren delante de nuestras narices…

En el Libro Segundo de La Eneida, Virgilio le hizo decir a un humillado troyano: "Una sola salvación hay para los vencidos, no esperar salvación alguna". Tal vez tuvo razón. Aun así, es posible que describiéndole nuestro cuadro de situación, me ayude a encontrar nuevas razones que vengan a apuntalar nuestra alicaída esperanza.

Su servidor

Adán Buenosayres

 

 

 

(I)Qué historias transcurren en el final de la historia

                (I.1) Posmodernidad y Nuevo Orden Internacional:

Le cuento, don Arturo, como para ir arrimando el bochín, qué se ve cuando se mira el presente.

                Hace poco más de una década, la Unión Soviética se desplomó y de inmediato, los expertos en geopolítica empezaron a teorizar en torno al surgimiento de lo que denominaron el Mundo Unipolar. Un pensador apellidado Fukuyama le puso título a esta nueva realidad: el fin de la historia. Era la cereza del postre que algún que otro filósofo había bautizado la Posmodernidad. Que es lo mismo que decir: la Modernidad harta de sí misma[iv]. Porque si algo particulariza a los días que transcurren, sepa usted que ese algo es una sensación de hartazgo con cierta dosis de decepción y consecuente descreimiento. Hartazgo, decepción y descreimiento hacia ese proyecto llamado Modernidad que depositó su fe en el progreso indefinido, en la secularización del Estado, la economía, el saber, las instituciones, en los aportes emanados de una mentalidad científico-técnica que vinieron a desencantar el universo, en la emancipación del sujeto, el albedrío, el ciudadano, la mujer, en la democratización de las diversas esferas de las relaciones humanas… Hay quienes opinan, como Habermas, que se trata de un proyecto inconcluso. Otros, como García Canclini, dicen que nuestro continente tuvo una Modernidad exuberante a la par de una modernización deficiente[v]. Yo, modestamente, coincido con ambos.

                Así las cosas, don Arturo, sobre aquel proyecto inconcluso se yergue hoy un Nuevo Orden Internacional que, como le adelanté, es geopolíticamente unipolar y que brevemente me propongo describirle.

                Si a esa construcción del intelecto llamada historia la caracteriza la multiplicidad de voces, muchas veces encontradas, la única voz que de momento se siente es la de la economía. El oikónomon dejó de ser el mayordomo de la casa para convertirse en su amo. Desde su nuevo sitial, con afán despótico ha logrado imponer un proyecto financiero llamado globalización. Digo financiero y no político porque la política acabó siendo una actividad desacreditada puesta en función de la mera economía. El Estado Nacional que usted conoció es un alfeñique postrado ante este vigoroso señor, que mientras vela por el flujo de grandes masas financieras internacionalizadas y altamente concentradas, le exige desde el FMI normas que garanticen la libertad y aceleración del proceso de transferencia de capitales[vi]. Olvídese del Estado de Bienestar o de Compromiso y de los principios keinesianos que lo regían: siguiendo las recetas de cierta doctrina llamada neoliberalismo[vii], los últimos gobiernos lo han desdeñado y luego desmantelado. Al nuevo modelo estatal, esta doctrina le exige que actúe como un guardián de los derechos privados –los del consumidor- y ya no que sea garante de los derechos sociales –los del ciudadano-. Y al percibir a los ciudadanos como meros consumidores, es de suyo excluyente. Por eso vela por un número cada vez menor de personas[viii]. En tanto, el Mercado ha sido fetichizado. Al ritmo del permanente ajuste que este fetiche impuso e impone, bailan los parados, los excluidos y los emigrados, que caen en una suerte de limbo al no encontrar lugar para ellos en el mundo globalizado.

A quienes se avienen a este proyecto, el oikónomon les tiene prometido un automático pasaje al Primer Mundo. Sin embargo, por propia experiencia hemos comprobado que los países no ingresan a esta nueva utopía como sistemas sino que son las clases sociales las que se incorporan o no al circuito de producción y consumo. Lo hemos comprobado, le cuento, porque hay sectores que saborean las mieles del paraíso terrenal en tanto el país se halla en default.

Al mismo tiempo, la comunicación se convirtió en un fenómeno mediatizado por manos interesadas en el buen desarrollo del modelo que le vengo describiendo. Por eso, ha adquirido un carácter particularmente anestesiante para la consciencia histórica y la capacidad autónoma del pensamiento. Usted sabe, don Arturo, que sin esa consciencia y esta capacidad, no es posible confeccionar una democracia real. Lo que sí es posible es el desarrollo de un totalitarismo para el que el hombre, que para el pensador moderno era la medida de todas las cosas, es superfluo. El Big Brother de Oscar Wilde ha dejado de ser una novela futurista.

Todo esto tiene su explicación, don Arturo. La razón instrumental es la clave de lectura del Mundo Globalizado, también conocido como "Aldea Global[ix]". De modo que si al nuevo proyecto algo no le es de utilidad, así se trate de masas humanas, naciones y hasta de vastas regiones continentales, se lo arroja afuera tal como se hace con las piezas de una máquina que ya no prestan servicio. Y a otra cosa, mariposa.

 

 (I.2) Colonización y pérdida de identidad:

Usted se preguntará: quienes son arrojados, ¿acaso no reaccionan? Trataré de responderle, pero antes de hacerlo necesito adelantarle que el Movimiento de Países No Alineados terminó su proceso de desmembramiento con el surgimiento del mundo unipolar. Si hay movimiento, es el que con desesperación hacen los que están en la cornisa para no perder el equilibrio y terminar pisoteados en el lodo de los excluidos. Por otra parte -o a la par de este fenómeno- se va desarrollando un proceso que es altamente simbólico y que tiene que ver con ese asunto de la comunicación mediatizada de la que le acabo de hablar. Me explico.

Usted escribió sobre la existencia de una pedagogía colonialista[x]. Mediante este instrumento, el colonizado no sólo acaba pensando como su colonizador: además de justificarlo, se desprecia a sí mismo, ocultando como si fuesen pústulas sus propias manifestaciones culturales. Lenguas nativas, expresiones artísticas, usos y costumbres, instituciones, creencias, cosmovisiones se vuelven para el colonizado, sinónimo de un pasado oscuro y vergonzoso que no está dispuesto a transmitir a su descendencia. Pues bien, por este mismo sendero transita el proceso de globalización de las comunicaciones.

Paul Ricoeur dice que "la Nación es esa comunidad especial a la cual los hombres tienen la consciencia de pertenecer, como a una unidad geográfica e histórica de destino (…). En primer lugar, la Nación sirvió como instrumento para la conquista de la identidad: las comunidades históricas encontraron la consciencia de lo que eran por medio de la Nación. Se podría decir que la Nación es para la comunidad histórica, una forma de representación de su propia identidad peculiar[xi]".

¿Qué sucede hoy con este "instrumento para la conquista de la identidad"? Le adelanté que para la Razón Instrumental, las naciones valen en tanto y en cuanto se ajusten al Nuevo Orden. Los términos Pueblo, Nación, Tradición van quedando excluidos del léxico manejado por los arquitectos de la globalización. En consecuencia, las identidades nacionales se diluyen y acaban recluidas al interior de un estadio toda vez que se repite un mundial de fútbol.  "La colonización, continúa diciendo Ricoeur, es un fenómeno no sólo de explotación sino también de supresión de la personalidad".

Sin identidad -o con la ideantidad autodevaluada-, se asumen los trastornos que la globalización provoca al interior de las comunidades excluidas con apatía, como si fuese un hecho fatal ante el que cualquier reacción es vana. O con la actitud recelosa que entre nosotros se volvió un lugar común durante la última dictadura cuando alguien pasaba a formar parte del reino de los desaparecidos: "Si estamos así, merecido lo tenemos por algo…". La víctima es convertida en el principal sospechoso.

Frente a esta realidad universal que manifiesta sus mayores contradicciones en las regiones periféricas, me surgen tres preguntas que voy a formular para cerrar el presente capítulo. Hágame el favor de acompañarme.

 

                (I.3) En conclusión: el recurso del diktum kantiano:

Como usted conoce, Emanuel Kant, en la Crítica de la Razón Práctica, procura dar con una ética que tenga validez universal. En esa búsqueda, se hace estas preguntas:  ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo conocer? ¿Qué me cabe esperar? Yo, intentando encontrar nuevas razones que vengan a apuntalar nuestra alicaída esperanza, me pregunto casi lo mismo. O sea:

§                  ¿Qué debo hacer ante este cuadro de situación generalizado?

§                  ¿Qué puedo conocer, a sabiendas de que los omnipresentes medios de comunicación coinciden con los contenidos de la pedagogía colonialista?

§                  ¿Qué me cabe esperar, ahora que, cuesta abajo en la rodada, hemos quedado en una situación similar a la de los leprosos véterotestamentarios y no se ven milagros en el horizonte?

                A ver si usted me ayuda a dar con las respuestas.

 


(II) ¿Qué debo hacer?

(II.1) Dos hitos:

                Procurando abrir grietas en esta construcción posmoderna caracterizada por la globalización, hubo últimamente manifestaciones que en otros tiempos hubieran resultado impensables. ¿Se acuerda, don Arturo, de las Torres Gemelas de Nueva York? Con sendos aviones de pasajeros, un grupo de terroristas[xii] las redujo a un montón de fierros retorcidos el 11 de septiembre de 2001. El corazón mismo del imperio financiero se descubrió vulnerable y vulnerado por primera vez y ése fue el mojón inaugural de este mundo surgido al otro día de finalizada la historia. Fatigado aquel año, entre nosotros hubo un grito plural que intentó ponerle fin a un excesivo proceso de desencanto: a la voz de "¡que se vayan todos!" se coparon plazas y se cortaron rutas, cayó un gobierno elegido a través del voto, quedó al descubierto el descrédito de los poderes de la Nación. Ni los terroristas ni el grito plural significaron, sin embargo, alternativas al modelo imperante: los primeros se convirtieron en la excusa funcional para que un nuevo tipo de guerra, ahora llamada preventiva, deviniera en invasión justificada en diversos puntos del planeta; el segundo, conservándose equidistante de los desacreditados partidos y sindicatos, no generó instituciones y finalmente se agotó en asambleas barriales como el pabilo de una vela que se queda sin cebo. Monstruosos aquellos, disfónicos estos, acabaron, como ve, siendo digeridos por el sistema, que goza de admirable digestión[xiii].

               

                (II.2)Otro acontecimiento significativo:

                .La lucha social y de liberación que llevaron a cabo generaciones recientes, fue domesticada cuando sus campeones se convirtieron a la lucha medioambiental. Peter McLaren ubica al ecologismo entre las ideologías blandas, concebidas "para una generación agradable, la de los hijos de la crisis que no están familiarizados ni con las ideologías duras ni con las filosofías radicales[xiv]". Así las cosas, no se puede negar que en el estado en que se encuentra, el medio ambiente es un asunto que a casi todos los habitantes del planeta nos inquieta.

                Sepa, don Arturo, que cada individuo de los países desarrollados es de veinte a cincuenta veces más contaminante que uno del mundo menos desarrollado. En particular, Estados Unidos está aún lejos de aceptar que su estilo de vida es la causa principal de contaminación del planeta[xv]. Está lejos de aceptar, entonces, los principios de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo[xvi], que en su artículo 5 señala: "Todos los Estados y todas las personas deberán cooperar en la tarea esencial de erradicar la pobreza como requisito indispensable del desarrollo sostenible, a fin de reducir las disparidades en los niveles de vida y responder mejor a las necesidades de la mayoría de los pueblos del mundo". Si hasta las ideologías blandas fracasan a la hora de transformar el Nuevo Orden pues apenas sí consiguen conmover un poquitín a los hijos dilectos del oikónomon, ¿qué nos queda por hacer ante este cuadro de situación generalizado?

(III) ¿Qué puedo conocer?

(III.1) Es sólo ¿ficción?:

¿Se acuerda de Joseph Goebbels, aquel Ministro de Información y Propaganda del Nacionalsocialismo? Si lo recuerda, tendrá presente que fue él quien percibió la fascinación que ejerce el cine a nivel masivo, por lo que lo utilizó como recurso para imponer de manera sutil la ideología a la cual adhería. Pero no fue el único ni tampoco el último en explotar este medio. Existe en este sentido, a partir del atentado contra las Torres Gemelas, toda una estrategia mediática diseñada por la CIA y el Pentágono. Si anteayer, para los ojos de Hollywood los sucios, malos y feos eran centroeuropeos, ayer lo fueron los soviéticos y hoy lo son los coreanos y todos aquellos que tengan tez oscura, nariz prominente, barba tupida y pelo ensortijado. De cuando en cuando, también los latinos caemos en esta volteada. Los argumentos de las nuevas series televisivas y los largometrajes, maniqueos y paranoicos como de costumbre, giran en torno a la idea de una nueva cruzada contra el mal [xvii].

Usted podrá achacarme haber recurrido a la Teoría de las Conspiraciones[xviii]. Permítame decirle con todo respeto, don Arturo, que creo no haber cedido al encanto de esta elaboración tan simplificante como seductora. Lo que trato de explicarle es que el sistema está bien acorazado, lo defienden de cualquier agresión efectivos anticuerpos y no parece ofrecer fisuras. Para ello, aprovechando que ya le hablé de la ficción transmitida por los medios, voy a referirle algo sobre la realidad que los mismos difunden.

 

(III.2)¿Objetividad?

La sociedad contemporánea consume las noticias que le ofrecen los medios de comunicación con golosa avidez. Hasta las guerras y las ejecuciones se han convertido en una suerte de entretenimiento masivo. Lo dramático del caso es, a mi ver, que los emporios informativos son empresas de concienciación, o sea, moldeadoras de nuestras percepciones e ideas. Al amparo de una presunta objetividad, manipulan o directamente fabrican información que luego propagan por toda la Aldea Global. Como su propósito es “producir” gente que esté preparada para apoyar una determinada decisión en lugar de otra, penetran con suma naturalidad en los procesos democráticos fundamentales. De este modo, consiguen que la opinión pública apoye alegremente planes económicos de ajuste sin anestesia, programas que militarizan la vida social, invasiones. Dicho sea de paso, ha habido una últimamente[xix]. ¿A qué no sabe qué palancas la movieron? Adivinó: en el aire hubo, una vez más, olor a petróleo.

Para poder abordar la realidad con afán transformador, primero es necesario conocerla. Pero, ¿qué puedo conocer, si los omnipresentes medios de comunicación coinciden con los contenidos de la pedagogía colonialista?


(IV)¿Qué me cabe esperar?

                (IV.1) Si Kant lo viera...

En los últimos años, setenta y siete países, entre los que figura el nuestro, se han embarcado en la creación de un Tribunal Criminal Internacional para tratar delitos de lesa humanidad. La tendencia demuestra ser fuerte y responde a una cada vez más sentida necesidad de la comunidad de las naciones, que ve con beneplácito cómo más de un genocida hasta ayer omnipotente, es juzgado como cualquier hijo de vecino. Sin embargo, la actual administración norteamericana, avalada por el Capitolio, ha esgrimido razones de Estado para negar su apoyo a este proyecto. Es más: ha manifestado que todo país que participe de dicho Tribunal, quedará huérfano de ayuda militar estadounidense. Al parecer, la globalización no implica mundializar el derecho, como soñara Kant. Sobre todo, cuando se corre el riesgo de poner sobre el mismo banquillo del genocida serbio a un general de cinco estrellas.

Tampoco implica mundializar los bienes. Sabemos que el oikónomon no es precisamente un buen distribuidor de recursos. La economía llamada de “mercado libre”, que presume diciendo que se propone generar condiciones para la riqueza de las naciones, sólo es capaz de generar la riqueza para los ricos. Y de potenciar, a fuerza de ajustes, la existencia de lo que se ha dado en llamar “los nuevos pobres” a fin de distinguirlos del “núcleo duro de pobreza[xx]”. Pruebas al tanto. ..

 

(IV.2) La brecha

Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censos, en 2002, el 10 % de los habitantes se quedó con el 37,4 % del ingreso total. Esta ganancia creció un 2,7 % si se la compara con el año 1994. A su vez, señala la fuente, ese ingreso es 27,3 % veces mayor que el del 10 % más pobre de la sociedad nacional. Este 10 % goza tan sólo del 1,4 de la torta[xxi]. Esto sucede en nuestro país, que según se dice, podría dar de comer a una población seis veces superior a la actual. ¿Y allende nuestras fronteras?

Sobre el total de seis mil millones de habitantes que somos, seiscientos millones corren riesgo de vida por causas relacionadas directa o indirectamente con la pobreza. En tanto, seis millones de niños mueren cada año por falta de alimentos, particularmente en Asia y Africa. Sin embargo, nunca el mundo desarrollado produjo tanto y despilfarró todavía más.

¿Qué pasaría, me pregunto y le pregunto, don Arturo, si el pretendido Tribunal Internacional no juzgara únicamente a criminales de guerra? ¿Qué pasaría si los acusados fuesen también los que dilapidan bienes con los que se podrían evitar la anual hecatombe de seis millones de niños hambreados?

 

(IV.3) Resumiendo:  Soros dixit

No quiero parecerle pesimista, pero me parece que con un tribunal así, las cosas no cambiarían mucho.

Cuando Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores, se perfilaba como el inminente presidente del Brasil, un periodista le preguntó a George Soros, magnate de las comunicaciones, cómo había de reaccionar Wall Street en caso de confirmarse los pronósticos. ¿Sabe qué contestó Soros? “En el capitalismo globalizado, los electores no votan. Sólo votan los inversores norteamericanos”. Créame, don Arturo, que nadie podría acusar a este señor de estar mal informado.

Ya lo ve, por este lado no me cabe esperar demasiado. La justicia, aunque más no sea la distributiva y así se concrete el proyectado Tribunal, no parece insinuarse en el horizonte.

 

 


(V) Entonces, ¿habrá que colgar los guantes?

(V.1) Razones para el desaliento

Al cuadro de situación que le acabo de describir, hay que sumarle una verdadera crisis de representación política, social y cultural a nivel mundial. Fíjese que hacia fines de abril de 2002, ante el vertiginoso ascenso del fascismo en Francia, el diario Libération publicó esta reflexión editorial: "Nunca insistiremos bastante sobre la profundidad de la señal dada el 21 próximo pasado. Señal que se repite aun fuera de nuestras fronteras. Se trata de los aspectos fundamentales, y hasta ahora los menos debatidos, acerca del funcionamiento democrático de nuestras sociedades, que ya no responden a las exigencias contemporáneas. Este modelo ya no es viable. Hay una profunda crisis de la política, de la manera en que se practica la democracia (…). Por toda Europa, los partidos socialdemócratas, que eran mayoritarios, pierden fuerza frente al avance del populismo y de la extrema derecha, fruto del vacío de soluciones alternativas a la mundialización neoliberal".

Como usted bien sabe, cuando gobernaba el rey, lo hacía en nombre del derecho divino. Este derecho era su fuente de legitimación. Los pensadores modernos -recuerde a Hobbes, a Locke, a Rousseau- pensaron en un contrato social como principio legitimante. El atentado de Nueva York, la movilización ciudadana en Argentina, entre otros fenómenos como el que destaca Libèration, manifiestan que al sistema llamado Nuevo Orden Internacional le falta legitimidad. La ha buscado en la razón pragmática, pero esta razón va arrojando a la periferia a cada vez más gente. No obstante, los excluidos no van quedando fuera del sistema: por el contrario, son parte funcional del mismo. Porque sirven para que, al observarlos, los atemorizados incluidos reflexionen: "Si no hacemos lo que el oikónomon nos manda, vamos a terminar como ellos[xxii]".

Hoy por hoy, esta Argentina en estado de default, el montón de terroristas dispersos en la noche del mundo, los movimientos espontáneos que reclaman "que se vayan todos" los funcionarios públicos, son fenómenos funcionales al sistema. Un sistema que se va atosigando de disfunciones -o, si usted gusta, contradicciones- precisamente porque su principio legitimante, la razón pragmática, no deja de generarlas.

 

(V.2) Diminutas razones para abrigar una pequeña esperanza

El hombre es por esencia un zoon politikón. Por eso aquí y allá le presenta resistencia a este proyecto en el que la política ha sido reducida a mero detalle formal, dejando un vasto espacio social vacío para que el oikónomon ubique en él a su valet. Ahora bien, si convenimos que la política es el arte de definir el futuro de una sociedad, notaremos que el zoon politikón va tanteando cauces alternativos para concretar esta definición. Al respecto, don Arturo, permítame presentarle unos pocos botones de muestra.

Después de una masiva marcha en Seattle en 1999 para demostrar su disconformidad con la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC), dirigentes opositores al neoliberalismo de Europa y Latinoamérica se propusieron reflexionar acerca de cómo seguir protestando contra los pilares del Nuevo Orden: el FMI, la OMC, la OTAN y el G-7 entre otras perlitas. Decidieron construir entonces un ámbito para debatir propuestas alternativas al que gobierna el oikónomon: el lugar para ello fue Porto Alegre y la fecha, la misma del Foro Económico Mundial reunido a la sazón en Davos, Suiza. Pues bien, el naciente Foro Social Mundial superó las expectativas y el apodo anti-Davos le quedó corto. Es que su propósito no fue simplemente generar un espacio anti globalización sino una instancia a favor de otra forma de mundialización, ahora  gestada por un nuevo sujeto histórico social.  Esto sucedió en 2001 y hasta hoy, los encuentros se han ido repitiendo en fechas estratégicas[xxiii].

Esta búsqueda de alternativas está teniendo en nuestro país un perfil particular. Luego de la debacle que significó para la industria nacional la implementación a rajatabla de una política neoliberal en la década del 90, surgió en los últimos años el Movimiento de Empresas Recuperadas. Se trata de un conjunto de más de ochenta empresas de variados rubros –desde fábricas de tractores hasta diarios- que producen riqueza autogestionadas por los propios trabajadores. La brecha entre ellos no es como la que abrió el neoliberalismo: quien mejor cobra, no puede cuadruplicar la ganancia del que menos percibe. Ni siquiera las organizaciones sindicales terminan de comprender este fenómeno, pero es evidente que aunque no vayan a cambiar el panorama macroeconómico, ponen sobre el tapete otro concepto de economía.

 

(V..3)Tres respuestas y una despedida

La lista podría extenderse, pero este ensayo se prolongaría más de lo prudente. Alcanzan estos ejemplos para sostener una pequeña esperanza que se nutre en la creencia de que otro porvenir es posible. Desde esta esperancita, propongo las siguientes respuestas a las preguntas kantianas:

¿Qué debo hacer ante este cuadro de situación generalizado?

Mientras esto escribo, gran parte de la capital de mi provincia es arrasada por una inundación desmesurada. La corriente de solidaridad que el desastre produjo es inmensa. La solidaridad es un impulso espontáneo que brota de la profundidad de las entrañas humanas y, como tal, difícilmente admite imposiciones formales. Sin embargo, es preciso que adquiera carácter institucional. Vale decir, que devenga en acción política. De no ser así, aunque necesaria y vivificante, no pasa de ser una respuesta coyuntural. Justamente, los ejemplos que le he citado son frutos  de la solidaridad que aspira superar lo coyuntural para hacer política.

¿Qué puedo conocer, a sabiendas de que los omnipresentes medios de comunicación coinciden con los contenidos de la pedagogía colonialista?

Conozco que, como escribe Maurice Marleau - Ponty, "la vida personal, la expresión, el conocimiento y la historia avanzan oblicuamente, y no directamente, hacia fines y hacia conceptos".  Por eso puedo conocer que, a pesar de la omnipresencia de estas empresas manipuladoras de la consciencia, el porvenir se rehusa a ser domesticado por los domadores del Nuevo Orden. Esto no es una simple declaración idealista sino una constatación utópica: a través de los resquicios que se abren en el campo de los medios masivos de comunicación, brotan como yuyos entre baldosones canales alternativos desde los que se manifiestan variadas voces. Estas voces nos permiten conocer lo que el Nuevo Orden oculta y silencia.

¿Qué me cabe esperar, ahora que, cuesta abajo en la rodada, hemos quedado en una situación similar a la de los leprosos véterotestamentarios y no se ven milagros en el horizonte?

Me cabe esperar que el zoon politikón siga siendo zoon polítikón y no mero consumidor. José Ortega y Gasset dice que la Nación es un "proyecto sugestivo de vida en común". Luego, me cabe esperar que el zoon politikón siga proyectándose más allá  del aislamiento subjetivo en el que el oikónomon lo quiere encerrar.

De la mano de esta proyección, don Arturo, pienso que los milagros pueden construirse. Es más: pienso que los milagros se construyen.

Con esta esperanza del tamaño de una semilla me le despido por el momento. Su servidor.

Bibliografía y pies de página:



[i] Como bien recordará usted, Cacodelphia es el nombre que Leopoldo Marechal le puso al infierno al uso nostro. Un infierno demasiado colmado de farsantes como para gozar de la magnificencia del que describieran Virgilio y Dante.

 

[ii] JAURETCHE, Arturo: Manual de zonceras argentinas. Peña Lillo editor. Buenos Aires. 1980. 8ª edición.

 

[iii] JAURETCHE, Arturo: op.. cit.

 

[iv] La definición pertenece al poeta Pedro Casaldáliga.

 

[v] GARCÍA CANCLINI, Néstor: "Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la Modernidad". Capítulo 2: "Contradicciones latinoamericanas: ¿modernismo sin modernización?". Sudamericana. Buenos Aires. 1992.

 

[vi] Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, opina en una entrevista: "Creo que hoy son pocos los que defienden dejar la economía totalmente libre de restricciones. En los Estados Unidos nunca seguimos las políticas de mercado fundamentalistas del FMI, pese a que presionamos a otros países a que lo hicieran". Diario La Nación, domingo 4 de agosto de 2002. Sección 2, página 3.

 

[vii] No quiero extenderme demasiado en este asunto. Sí destacar que el neoliberalismo -que no es tan neo que digamos- es la modalidad que adopta la política económica impuesta por los organismos financieros internacionales a las economías nacionales. Ideada por los "Chicago Boys" al calor de la crisis del Estado de Bienestar, recupera la tradición liberal para la economía. Para ello, empieza por desacreditar al Estado interventor acusándolo de paternalista y plantea volver a las fuentes del libre mercado, que será quien regule la economía. El problema se plantea cuando un retorno teórico a las leyes antiguas  debe darse en medio de sociedades atravesadas por los monopolios.

 

[viii] “El Estado Emergente ha sido denominado de diferentes maneras: Estado post-social, Estado neoliberal, Estado democrático liberal, etc. Se trata de un Estado que abandona su papel interventor en la economía para pasar a cumplir un rol de garante en las reglas de juego, privatizando sus empresas y transfirriendo al mercado la capacidad de conducir el modelo de desarrollo y de distribución de bienes. Tiende a favorecer un modelo de acumulación orientado más a la competitividad externa que al mercado interno. Procura modernizar y eficintizar su capacidad de gestión, atacando el desempleo encubierto a partir de reducir el empleo estatal y descentralizando o regionalizando muchas de sus funciones. Fija como uno de sus objetivos principales el equilibrio fiscal, reduciendo el gasto público y aumentando la capacidad de recaudación impositiva. Estamos ante un Estado que se repliega sobre sí mismo, transfiriendo responsabilidades hacia el mercado y la sociedad civil”. FILMUS, Daniel: “Estado, sociedad y educación en la Argentina de fin de siglo”. Troquel. Buenos Aires. 1996. Pg. 41.

 

[ix] "Aldea Global fue el término que acuñó Marshall McLuhan oara describir la organización social a partir de la incorporación de nuevas tecnologías. En este contexto aparece Internet, una red de redes de computadoras, un sistema integrado por caminos virtuales". El texto pertenece al libro "Ética", de CLAVET Susana y GONZÁLEZ Nora. Editorial Homo Sapiens. Rosario. 1998.

 

[x] JAURETCHE, Arturo: La colonización pedagógica, Segunda Parte de "Los profetas del Odio". Peña Lillo. Buenos Aires, 1967.

 

[xi] RICOEUR,  Paul: Civilización universal y culturas nacionales. Capítulo 3º de"Etica y Cultura". Editorial Docencia. Buenos Aires, 1994.

 

[xii] Dos palabras sobre este fenómeno. En "El terror como política exterior de Estados Unidos", a la pregunta "¿de dónde vienen los terroristas?, Noam Chomsky responde: "Nadie lo sabe mejor que la CIA, porque los ayudó a organizarse y los nutrió durante mucho tiempo".

 

[xiii] Tal digestión recibe permanentemente tónicos que la conservan saludable. Uno de los últimos es el "Proyecto para el Nuevo Siglo Americano", documento elaborado por los Think Tanks actualmente en el poder. En el mismo, podemos leer la invitación a "desafiar a los regímenes hostiles a nuestros intereses y valores y aceptar la responsabilidad del liderazgo único de Estados Unidos para preservar y extender un orden internacional favorable a nuestra seguridad, prosperidad e intereses". Diario La Nación. Domingo 6 de abril de 2003. Página 4, sección 7.

 

[xiv] McLAREN, Peter: Capítulo "Pánico moral, escolaridad e identidad sexuales", del libro "Pedagogía, identidad y poder". Homo Sapiens Ediciones. Rosario, 1998.

 

[xv] DURÁN, Diana y VOLOSCHIN, Clarisa: "Convivir en la Tierra". Lugar Editorial. Buenos Aires, 1992.

 

[xvi] Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo celebrada en Río de Janeiro del 3 al 14 de Junio de 1992.

 

[xvii] "Medios y política: La estratégica guerra de Hollywood". Diario La Nación, Domingo 13 de abril de 2003. Sección 7,  página 5.

 

[xviii] Lo que hace atractivas a estas Teorías es su capacidad para dar rápidamente con el supuesto enemigo, que de inmediato es convertido en chivo expiatorio. En realidad sirven para despistar con falsos indicios a la gente común. Por eso son explotadas por los diversos totalitarismos.

 

[xix] MASTERMAN, Len: “Enseñanza en los medios de comunicación”. Editorial ICSA.

 

[xx] FILMUS,  Daniel:. Op. cit.

 

[xxi] Diario La Nación. Domingo 16 de marzo de 2003. Pg. 6.

 

[xxii] Dicho sea de paso, hay que agregar que también sirven para que las grandes corporaciones tengan dónde manufacturar artículos de consumo mundial a muy bajo costo. KLEIN, Naomi: No logo.

 

[xxiii] Suplemento Zona del diario Clarín. Domingo 10 de febrero de 2002.