Pequeño
intento para dar razones
de una esperanza mínima
Adrián Linari (Romang, Santa Fe)
Cacodelphia[i],
Argentina, Mayo de 2003
Estimado
don Arturo:
¿Recuerda cuando escribió que no
somos zonzos, sino que nos hacen zonzos[ii]?
Pues bien, no quiero parecerle trágico, pero de un tiempo a esta parte, la
zoncera ha adquirido dimensiones pandémicas. Como este azote no sabe de
fronteras, hemos caído en la volteada. ¡Y no se imagina cómo nos dolió esa
caída! Fue tan grande el golpe, que cuando recuperamos la consciencia,
comprendimos que nos estábamos revolcando fuera del mapamundi.
En serio, don Arturo. Eso sí, si nos contagiamos fue, en gran medida,
por propia vocación. No me animo a definirla, pero creo que se trata de nuestra
vieja vocación a ser colonizados. Me explico. Usted dijo que así como hay imperios que pierden sus colonias, hay colonias que
pierden sus imperios, cuando dejan de serles necesarias a éste[iii].
Pues bien, por no tener que sufrir tamaña pérdida, asumimos la disponibilidad
de la meretriz. Incluso, me parece, sobreactuamos un poco en ese terreno. Sí,
ya sé que no se trata de nuestra primera vez. Pero ahora llevamos a cabo el
cortesano oficio sin echar mano al preservativo, tal como le gusta a aquel con
quien ensayamos nuestras relaciones
carnales. En consecuencia, nos pillamos la peste que castiga a buena parte
del planeta. Mas en cuanto los especialistas nos diagnosticaron el trastorno que
nos tiene al mal traer, no pudimos pavonearnos, como hiciera el Dr. Roca en su
momento, de ser la perlita más preciada
del Imperio. Porque el Imperio se desentendió de la apestada diciendo que no
iba a gastar en ella el ahorro de sus plomeros.
Usted no podría representarse lo que fue eso. Para que se dé una idea,
permítame contarle en qué anda el mundo, qué proyectos tiene y qué hizo con
los sueños que supo amasar en el siglo de usted, qué papel jugamos los
argentinos en este nuevo panorama, qué perspectivas se abren delante de
nuestras narices…
En el Libro Segundo de La Eneida,
Virgilio le hizo decir a un humillado troyano: "Una sola salvación hay para los vencidos, no esperar salvación
alguna". Tal vez tuvo razón. Aun así, es posible que describiéndole
nuestro cuadro de situación, me ayude a encontrar nuevas razones que vengan a
apuntalar nuestra alicaída esperanza.
Su servidor
Adán Buenosayres
(I)Qué
historias transcurren en el final de la historia
(I.1) Posmodernidad y Nuevo Orden Internacional:
Le cuento, don Arturo, como para ir arrimando el bochín, qué se ve
cuando se mira el presente.
Hace poco más de una década, la Unión Soviética se desplomó y de
inmediato, los expertos en geopolítica empezaron a teorizar en torno al
surgimiento de lo que denominaron el Mundo
Unipolar. Un pensador apellidado Fukuyama le puso título a esta nueva
realidad: el fin de la historia. Era la cereza del postre que algún que otro filósofo
había bautizado la Posmodernidad. Que
es lo mismo que decir: la Modernidad harta
de sí misma[iv].
Porque si algo particulariza a los días que transcurren, sepa usted que ese
algo es una sensación de hartazgo con cierta dosis de decepción y consecuente
descreimiento. Hartazgo, decepción y descreimiento hacia ese proyecto llamado
Modernidad que depositó su fe en el progreso indefinido, en la secularización
del Estado, la economía, el saber, las instituciones, en los aportes emanados
de una mentalidad científico-técnica que vinieron a desencantar el universo,
en la emancipación del sujeto, el albedrío, el ciudadano, la mujer, en la
democratización de las diversas esferas de las relaciones humanas… Hay
quienes opinan, como Habermas, que se trata de un proyecto inconcluso. Otros,
como García Canclini, dicen que nuestro continente tuvo una Modernidad
exuberante a la par de una modernización deficiente[v].
Yo, modestamente, coincido con ambos.
Así las cosas, don Arturo, sobre aquel proyecto inconcluso se yergue hoy
un Nuevo Orden Internacional
que, como le adelanté, es geopolíticamente unipolar y que brevemente me
propongo describirle.
Si a esa construcción del intelecto llamada historia la caracteriza la
multiplicidad de voces, muchas veces encontradas, la única voz que de momento
se siente es la de la economía. El oikónomon
dejó de ser el mayordomo de la casa
para convertirse en su amo. Desde su nuevo sitial, con afán despótico ha
logrado imponer un proyecto financiero llamado globalización.
Digo financiero y no político porque la política acabó siendo una
actividad desacreditada puesta en función de la mera economía. El Estado
Nacional que usted conoció es un alfeñique postrado ante este vigoroso señor,
que mientras vela por el flujo de grandes masas financieras internacionalizadas
y altamente concentradas, le exige desde el FMI normas que garanticen la
libertad y aceleración del proceso de transferencia de capitales[vi].
Olvídese del Estado de Bienestar o de Compromiso y de los principios
keinesianos que lo regían: siguiendo las recetas de cierta doctrina llamada neoliberalismo[vii],
los últimos gobiernos lo han desdeñado y luego desmantelado. Al nuevo modelo
estatal, esta doctrina le exige que actúe como un guardián de los derechos
privados –los del consumidor- y ya no que sea garante de los derechos sociales
–los del ciudadano-. Y al percibir a los ciudadanos como meros consumidores,
es de suyo excluyente. Por eso vela por un número cada vez menor de personas[viii].
En tanto, el Mercado ha sido fetichizado. Al ritmo del permanente ajuste que
este fetiche impuso e impone, bailan los parados, los excluidos y los emigrados,
que caen en una suerte de limbo al no encontrar lugar para ellos en el mundo
globalizado.
A quienes se avienen a este proyecto, el oikónomon les tiene prometido un automático pasaje al Primer
Mundo. Sin embargo, por propia experiencia hemos comprobado que los países no
ingresan a esta nueva utopía como sistemas sino que son las clases sociales las
que se incorporan o no al circuito de producción y consumo. Lo hemos
comprobado, le cuento, porque hay sectores que saborean las mieles del paraíso
terrenal en tanto el país se halla en default.
Al mismo tiempo, la comunicación
se convirtió en un fenómeno mediatizado por manos interesadas en el buen
desarrollo del modelo que le vengo describiendo. Por eso, ha adquirido un carácter
particularmente anestesiante para la consciencia histórica y la capacidad autónoma
del pensamiento. Usted sabe, don Arturo, que sin esa consciencia y esta
capacidad, no es posible confeccionar una democracia real. Lo que sí es posible
es el desarrollo de un totalitarismo
para el que el hombre, que para el pensador moderno era la medida de todas las
cosas, es superfluo. El Big Brother de
Oscar Wilde ha dejado de ser una novela futurista.
Todo esto tiene su explicación, don Arturo. La razón instrumental es la clave de lectura del Mundo Globalizado,
también conocido como "Aldea Global[ix]".
De modo que si al nuevo proyecto algo no le es de utilidad, así se trate de
masas humanas, naciones y hasta de vastas regiones continentales, se lo arroja
afuera tal como se hace con las piezas de una máquina que ya no prestan
servicio. Y a otra cosa, mariposa.
(I.2) Colonización y pérdida
de identidad:
Usted se preguntará: quienes son arrojados, ¿acaso no reaccionan?
Trataré de responderle, pero antes de hacerlo necesito adelantarle que el Movimiento
de Países No Alineados terminó su proceso de desmembramiento con el
surgimiento del mundo unipolar. Si hay movimiento, es el que con desesperación
hacen los que están en la cornisa para no perder el equilibrio y terminar
pisoteados en el lodo de los excluidos. Por otra parte -o a la par de este fenómeno-
se va desarrollando un proceso que es altamente simbólico y que tiene que ver
con ese asunto de la comunicación mediatizada de la que le acabo de hablar. Me
explico.
Usted escribió sobre la existencia de una pedagogía colonialista[x].
Mediante este instrumento, el colonizado no sólo acaba pensando como su
colonizador: además de justificarlo, se desprecia a sí mismo, ocultando como
si fuesen pústulas sus propias manifestaciones culturales. Lenguas nativas,
expresiones artísticas, usos y costumbres, instituciones, creencias,
cosmovisiones se vuelven para el colonizado, sinónimo de un pasado oscuro y
vergonzoso que no está dispuesto a transmitir a su descendencia. Pues bien, por
este mismo sendero transita el proceso de globalización de las comunicaciones.
Paul Ricoeur dice que "la Nación es esa comunidad especial a la
cual los hombres tienen la consciencia de pertenecer, como a una unidad geográfica
e histórica de destino (…). En primer lugar, la Nación sirvió como
instrumento para la conquista de la identidad: las comunidades históricas
encontraron la consciencia de lo que eran por medio de la Nación. Se podría
decir que la Nación es para la comunidad histórica, una forma de representación
de su propia identidad peculiar[xi]".
¿Qué sucede hoy con este "instrumento para la conquista de la
identidad"? Le adelanté que para la Razón Instrumental, las naciones
valen en tanto y en cuanto se ajusten al Nuevo Orden. Los términos Pueblo, Nación,
Tradición van quedando excluidos del léxico manejado por los arquitectos de la
globalización. En consecuencia, las identidades nacionales se diluyen y acaban
recluidas al interior de un estadio toda vez que se repite un mundial de fútbol.
"La colonización, continúa diciendo Ricoeur, es un fenómeno no sólo
de explotación sino también de supresión de la personalidad".
Sin identidad -o con la ideantidad autodevaluada-, se asumen los
trastornos que la globalización provoca al interior de las comunidades
excluidas con apatía, como si fuese un hecho fatal ante el que cualquier reacción
es vana. O con la actitud recelosa que entre nosotros se volvió un lugar común
durante la última dictadura cuando alguien pasaba a formar parte del reino de
los desaparecidos: "Si estamos así, merecido lo tenemos por
algo…". La víctima es convertida en el principal sospechoso.
Frente a esta realidad universal que manifiesta sus mayores
contradicciones en las regiones periféricas, me surgen tres preguntas que voy a
formular para cerrar el presente capítulo. Hágame el favor de acompañarme.
(I.3) En conclusión: el recurso del diktum
kantiano:
Como usted conoce, Emanuel Kant, en la Crítica de la Razón Práctica, procura dar con una ética que
tenga validez universal. En esa búsqueda, se hace estas preguntas:
¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo
conocer? ¿Qué me cabe esperar?
Yo, intentando encontrar nuevas razones
que vengan a apuntalar nuestra alicaída esperanza, me pregunto casi lo
mismo. O sea:
§
¿Qué
debo hacer ante este cuadro de situación generalizado?
§
¿Qué
puedo conocer, a sabiendas de que los omnipresentes medios de comunicación
coinciden con los contenidos de la pedagogía colonialista?
§
¿Qué
me cabe esperar, ahora que, cuesta abajo en la rodada, hemos quedado en una
situación similar a la de los leprosos véterotestamentarios y no se ven
milagros en el horizonte?
A ver si usted me ayuda a dar con las respuestas.
(II) ¿Qué
debo hacer?
(II.1) Dos hitos:
Procurando abrir grietas en esta construcción posmoderna caracterizada
por la globalización, hubo últimamente manifestaciones que en otros tiempos
hubieran resultado impensables. ¿Se acuerda, don Arturo, de las Torres Gemelas
de Nueva York? Con sendos aviones de pasajeros, un grupo de terroristas[xii]
las redujo a un montón de fierros retorcidos el 11 de septiembre de 2001. El
corazón mismo del imperio financiero se descubrió vulnerable y vulnerado por
primera vez y ése fue el mojón inaugural de este mundo surgido al otro día de
finalizada la historia. Fatigado aquel año, entre nosotros hubo un grito plural
que intentó ponerle fin a un excesivo proceso de desencanto: a la voz de "¡que
se vayan todos!" se coparon plazas y se cortaron rutas, cayó un
gobierno elegido a través del voto, quedó al descubierto el descrédito de los
poderes de la Nación. Ni los terroristas ni el grito plural significaron, sin
embargo, alternativas al modelo imperante: los primeros se convirtieron en la
excusa funcional para que un nuevo tipo de guerra, ahora llamada preventiva,
deviniera en invasión justificada en diversos puntos del planeta; el segundo,
conservándose equidistante de los desacreditados partidos y sindicatos, no
generó instituciones y finalmente se agotó en asambleas barriales como el
pabilo de una vela que se queda sin cebo. Monstruosos aquellos, disfónicos
estos, acabaron, como ve, siendo digeridos por el sistema, que goza de admirable
digestión[xiii].
(II.2)Otro acontecimiento significativo:
.La lucha social y de liberación que llevaron a cabo generaciones
recientes, fue domesticada cuando sus campeones se convirtieron a la lucha
medioambiental. Peter McLaren ubica al ecologismo
entre las ideologías blandas, concebidas "para una generación agradable,
la de los hijos de la crisis que no están familiarizados ni con las ideologías
duras ni con las filosofías radicales[xiv]". Así las cosas, no
se puede negar que en el estado en que se encuentra, el medio ambiente es un
asunto que a casi todos los habitantes del planeta nos inquieta.
Sepa, don Arturo, que cada individuo de los países desarrollados es de
veinte a cincuenta veces más contaminante que uno del mundo menos desarrollado.
En particular, Estados Unidos está aún lejos de aceptar que su estilo de vida
es la causa principal de contaminación del planeta[xv].
Está lejos de aceptar, entonces, los principios de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo[xvi],
que en su artículo 5 señala: "Todos los Estados y todas las personas
deberán cooperar en la tarea esencial de erradicar la pobreza como requisito
indispensable del desarrollo sostenible, a fin de reducir las disparidades en
los niveles de vida y responder mejor a las necesidades de la mayoría de los
pueblos del mundo". Si hasta las ideologías blandas fracasan a la hora de
transformar el Nuevo Orden pues apenas sí consiguen conmover un poquitín a los
hijos dilectos del oikónomon, ¿qué
nos queda por hacer ante este cuadro de
situación generalizado?
(III) ¿Qué
puedo conocer?
(III.1) Es sólo ¿ficción?:
¿Se acuerda de Joseph Goebbels, aquel Ministro de Información y
Propaganda del Nacionalsocialismo? Si lo recuerda, tendrá presente que fue él
quien percibió la fascinación que ejerce el cine a nivel masivo, por lo que lo
utilizó como recurso para imponer de manera sutil la ideología a la cual adhería.
Pero no fue el único ni tampoco el último en explotar este medio. Existe en
este sentido, a partir del atentado contra las Torres Gemelas, toda una
estrategia mediática diseñada por la CIA y el Pentágono. Si anteayer, para
los ojos de Hollywood los sucios, malos y feos eran centroeuropeos, ayer lo
fueron los soviéticos y hoy lo son los coreanos y todos aquellos que tengan tez
oscura, nariz prominente, barba tupida y pelo ensortijado. De cuando en cuando,
también los latinos caemos en esta volteada. Los argumentos de las nuevas
series televisivas y los largometrajes, maniqueos y paranoicos como de
costumbre, giran en torno a la idea de una nueva cruzada contra el mal [xvii].
Usted podrá achacarme haber recurrido a la Teoría de las Conspiraciones[xviii].
Permítame decirle con todo respeto, don Arturo, que creo no haber cedido al
encanto de esta elaboración tan simplificante como seductora. Lo que trato de
explicarle es que el sistema está bien acorazado, lo defienden de cualquier
agresión efectivos anticuerpos y no parece ofrecer fisuras. Para ello,
aprovechando que ya le hablé de la ficción transmitida por los medios, voy a
referirle algo sobre la realidad que los mismos difunden.
(III.2)¿Objetividad?
La sociedad contemporánea consume las noticias que le ofrecen los
medios de comunicación con golosa avidez. Hasta las guerras y las ejecuciones
se han convertido en una suerte de entretenimiento masivo. Lo dramático del
caso es, a mi ver, que los emporios informativos son empresas de concienciación,
o sea, moldeadoras de nuestras percepciones e ideas. Al amparo de una presunta
objetividad, manipulan o directamente fabrican información que luego propagan
por toda la Aldea Global. Como su propósito es “producir” gente que esté
preparada para apoyar una determinada decisión en lugar de otra, penetran con
suma naturalidad en los procesos democráticos fundamentales. De este modo,
consiguen que la opinión pública apoye alegremente planes económicos de
ajuste sin anestesia, programas que militarizan la vida social, invasiones.
Dicho sea de paso, ha habido una últimamente[xix].
¿A qué no sabe qué palancas la movieron? Adivinó: en el aire hubo, una vez más,
olor a petróleo.
Para poder abordar la realidad con afán transformador, primero es
necesario conocerla. Pero, ¿qué puedo
conocer, si los omnipresentes medios de comunicación coinciden con los
contenidos de la pedagogía colonialista?
(IV)¿Qué me cabe esperar?
(IV.1) Si Kant lo viera...
En los últimos años, setenta y siete países, entre los que figura el
nuestro, se han embarcado en la creación de un Tribunal Criminal Internacional para tratar delitos de lesa
humanidad. La tendencia demuestra ser fuerte y responde a una cada vez más
sentida necesidad de la comunidad de las naciones, que ve con beneplácito cómo
más de un genocida hasta ayer omnipotente, es juzgado como cualquier hijo de
vecino. Sin embargo, la actual administración norteamericana, avalada por el
Capitolio, ha esgrimido razones de Estado para negar su apoyo a este proyecto.
Es más: ha manifestado que todo país que participe de dicho Tribunal, quedará
huérfano de ayuda militar estadounidense. Al parecer, la globalización no
implica mundializar el derecho, como soñara Kant. Sobre todo, cuando se corre
el riesgo de poner sobre el mismo banquillo del genocida serbio a un general de
cinco estrellas.
Tampoco implica mundializar los bienes. Sabemos que el oikónomon
no es precisamente un buen distribuidor de recursos. La economía llamada de
“mercado libre”, que presume diciendo que se propone generar condiciones
para la riqueza de las naciones, sólo es capaz de generar la riqueza para los
ricos. Y de potenciar, a fuerza de ajustes, la existencia de lo que se ha dado
en llamar “los nuevos pobres” a fin de distinguirlos del “núcleo duro de
pobreza[xx]”.
Pruebas al tanto. ..
(IV.2) La brecha
Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional
de Estadística y Censos, en 2002, el 10 % de los habitantes se quedó con el
37,4 % del ingreso total. Esta ganancia creció un 2,7 % si se la compara con el
año 1994. A su vez, señala la fuente, ese ingreso es 27,3 % veces mayor que el
del 10 % más pobre de la sociedad nacional. Este 10 % goza tan sólo del 1,4 de
la torta[xxi].
Esto sucede en nuestro país, que según se dice, podría dar de comer a una
población seis veces superior a la actual. ¿Y allende nuestras fronteras?
Sobre el total de seis mil millones de habitantes que somos, seiscientos
millones corren riesgo de vida por causas relacionadas directa o indirectamente
con la pobreza. En tanto, seis millones de niños mueren cada año por falta de
alimentos, particularmente en Asia y Africa. Sin embargo, nunca el mundo
desarrollado produjo tanto y despilfarró todavía más.
¿Qué pasaría, me pregunto y le pregunto, don Arturo, si el pretendido
Tribunal Internacional no juzgara únicamente a criminales de guerra? ¿Qué
pasaría si los acusados fuesen también los que dilapidan bienes con los que se
podrían evitar la anual hecatombe de seis millones de niños hambreados?
(IV.3) Resumiendo: Soros
dixit
No quiero parecerle pesimista, pero me parece que con un tribunal así,
las cosas no cambiarían mucho.
Cuando Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores, se perfilaba como
el inminente presidente del Brasil, un periodista le preguntó a George Soros,
magnate de las comunicaciones, cómo había de reaccionar Wall Street en caso de
confirmarse los pronósticos. ¿Sabe qué contestó Soros? “En
el capitalismo globalizado, los electores no votan. Sólo votan los inversores
norteamericanos”. Créame, don Arturo, que nadie podría acusar a este señor
de estar mal informado.
Ya lo ve, por este lado no me cabe esperar demasiado. La justicia, aunque más no sea la distributiva y así se concrete el proyectado Tribunal, no parece insinuarse en el horizonte.
(V)
Entonces, ¿habrá que colgar los guantes?
(V.1) Razones para el desaliento
Al cuadro de situación que le acabo de describir, hay que sumarle una
verdadera crisis de representación política, social y cultural a nivel
mundial. Fíjese que hacia fines de abril de 2002, ante el vertiginoso ascenso
del fascismo en Francia, el diario Libération
publicó esta reflexión editorial: "Nunca
insistiremos bastante sobre la profundidad de la señal dada el 21 próximo
pasado. Señal que se repite aun fuera de nuestras fronteras. Se trata de los
aspectos fundamentales, y hasta ahora los menos debatidos, acerca del
funcionamiento democrático de nuestras sociedades, que ya no responden a las
exigencias contemporáneas. Este modelo ya no es viable. Hay una profunda crisis
de la política, de la manera en que se practica la democracia (…). Por toda
Europa, los partidos socialdemócratas, que eran mayoritarios, pierden fuerza
frente al avance del populismo y de la extrema derecha, fruto del vacío de
soluciones alternativas a la mundialización neoliberal".
Como usted bien sabe, cuando gobernaba el rey, lo hacía en nombre del
derecho divino. Este derecho era su fuente de legitimación. Los pensadores
modernos -recuerde a Hobbes, a Locke, a Rousseau- pensaron en un contrato social
como principio legitimante. El atentado de Nueva York, la movilización
ciudadana en Argentina, entre otros fenómenos como el que destaca Libèration,
manifiestan que al sistema llamado Nuevo Orden Internacional le falta legitimidad.
La ha buscado en la razón pragmática,
pero esta razón va arrojando a la periferia a cada vez más gente. No obstante,
los excluidos no van quedando fuera del sistema: por el contrario, son parte
funcional del mismo. Porque sirven para que, al observarlos, los atemorizados
incluidos reflexionen: "Si no hacemos lo que el oikónomon nos manda, vamos a terminar como ellos[xxii]".
Hoy por hoy, esta Argentina en estado de default, el montón de terroristas dispersos en la noche del mundo,
los movimientos espontáneos que reclaman "que se vayan todos" los
funcionarios públicos, son fenómenos funcionales al sistema. Un sistema que se
va atosigando de disfunciones -o, si
usted gusta, contradicciones- precisamente porque su principio legitimante, la
razón pragmática, no deja de generarlas.
(V.2) Diminutas razones para abrigar una pequeña esperanza
El hombre es por esencia un zoon
politikón. Por eso aquí y allá le presenta resistencia a este proyecto en
el que la política ha sido reducida a mero detalle formal, dejando un vasto
espacio social vacío para que el oikónomon
ubique en él a su valet. Ahora bien, si convenimos que la política es el arte
de definir el futuro de una sociedad, notaremos que el zoon politikón va tanteando cauces alternativos para concretar esta
definición. Al respecto, don Arturo, permítame presentarle unos pocos botones
de muestra.
Después de una masiva marcha en Seattle en 1999 para demostrar su
disconformidad con la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC),
dirigentes opositores al neoliberalismo de Europa y Latinoamérica se
propusieron reflexionar acerca de cómo seguir protestando contra los pilares
del Nuevo Orden: el FMI, la OMC, la OTAN y el G-7 entre otras perlitas.
Decidieron construir entonces un ámbito para debatir propuestas alternativas al
que gobierna el oikónomon: el lugar
para ello fue Porto Alegre y la fecha, la misma del Foro Económico Mundial
reunido a la sazón en Davos, Suiza. Pues bien, el naciente Foro Social Mundial superó las expectativas y el apodo anti-Davos
le quedó corto. Es que su propósito no fue simplemente generar un espacio anti
globalización sino una instancia a favor de otra
forma de mundialización, ahora gestada
por un nuevo sujeto histórico social.
Esto sucedió en 2001 y hasta hoy, los encuentros se han ido repitiendo
en fechas estratégicas[xxiii].
Esta búsqueda de alternativas está teniendo en nuestro país un perfil
particular. Luego de la debacle que
significó para la industria nacional la implementación a rajatabla de una política
neoliberal en la década del 90, surgió en los últimos años el Movimiento
de Empresas Recuperadas. Se trata de un conjunto de
más de ochenta empresas de variados rubros –desde fábricas de tractores
hasta diarios- que producen riqueza autogestionadas por los propios
trabajadores. La brecha entre ellos no es como la que abrió el neoliberalismo:
quien mejor cobra, no puede cuadruplicar la ganancia del que menos percibe. Ni
siquiera las organizaciones sindicales terminan de comprender este fenómeno,
pero es evidente que aunque no vayan a cambiar el panorama macroeconómico,
ponen sobre el tapete otro concepto de economía.
(V..3)Tres respuestas y una despedida
La lista podría extenderse, pero este ensayo se prolongaría más de lo
prudente. Alcanzan estos ejemplos para sostener una pequeña esperanza que se
nutre en la creencia de que otro porvenir es posible. Desde esta esperancita,
propongo las siguientes respuestas a las preguntas kantianas:
¿Qué debo hacer ante este
cuadro de situación generalizado?
Mientras esto escribo, gran parte de la capital de mi provincia es
arrasada por una inundación desmesurada. La corriente de solidaridad que el
desastre produjo es inmensa. La solidaridad es un impulso espontáneo que brota
de la profundidad de las entrañas humanas y, como tal, difícilmente admite
imposiciones formales. Sin embargo, es preciso que adquiera carácter
institucional. Vale decir, que devenga en acción
política. De no ser así, aunque necesaria y vivificante, no pasa de ser
una respuesta coyuntural. Justamente, los ejemplos que le he citado son frutos
de la solidaridad que aspira superar lo coyuntural para hacer política.
¿Qué puedo conocer, a sabiendas de que los omnipresentes medios de comunicación coinciden con los contenidos de la pedagogía colonialista?
Conozco que, como
escribe Maurice Marleau - Ponty, "la vida personal, la expresión,
el conocimiento y la historia avanzan oblicuamente, y no directamente, hacia
fines y hacia conceptos".
Por eso puedo conocer que, a pesar de la omnipresencia de estas empresas
manipuladoras de la consciencia, el porvenir se rehusa a ser domesticado por los
domadores del Nuevo Orden. Esto no es una simple declaración idealista sino una
constatación utópica: a través de los resquicios que se abren en el campo de
los medios masivos de comunicación, brotan como yuyos entre baldosones canales
alternativos desde los que se manifiestan variadas voces. Estas voces nos
permiten conocer lo que el Nuevo Orden oculta y silencia.
¿Qué me cabe esperar, ahora que, cuesta abajo en
la rodada, hemos quedado en una situación similar a la de los leprosos véterotestamentarios
y no se ven milagros en el horizonte?
Me cabe esperar
que el zoon politikón siga siendo zoon
polítikón y no mero consumidor. José Ortega y
Gasset dice que la Nación es un "proyecto sugestivo de vida en común".
Luego, me cabe esperar que el zoon politikón
siga proyectándose más allá del
aislamiento subjetivo en el que el oikónomon
lo quiere encerrar.
De la mano de esta
proyección, don Arturo, pienso que los milagros pueden construirse. Es más:
pienso que los milagros se construyen.
Con esta esperanza
del tamaño de una semilla me le despido por el momento. Su servidor.
Bibliografía y pies de página:
[i]
Como bien recordará usted, Cacodelphia es el nombre que Leopoldo Marechal le puso al infierno al
uso nostro. Un infierno demasiado colmado de farsantes como para gozar
de la magnificencia del que describieran Virgilio y Dante.
[ii]
JAURETCHE, Arturo: Manual de zonceras argentinas. Peña Lillo editor. Buenos Aires.
1980. 8ª edición.
[iii]
JAURETCHE, Arturo: op.. cit.
[iv]
La definición pertenece al poeta Pedro Casaldáliga.
[v]
GARCÍA CANCLINI, Néstor: "Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la
Modernidad". Capítulo 2: "Contradicciones
latinoamericanas: ¿modernismo sin modernización?". Sudamericana.
Buenos Aires. 1992.
[vi]
Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, opina en una entrevista: "Creo
que hoy son pocos los que defienden dejar la economía totalmente libre de
restricciones. En los Estados Unidos nunca seguimos las políticas de
mercado fundamentalistas del FMI, pese a que presionamos a otros países a
que lo hicieran". Diario La Nación, domingo 4 de agosto de 2002.
Sección 2, página 3.
[vii]
No quiero extenderme demasiado en este asunto. Sí destacar que el neoliberalismo
-que no es tan neo que digamos- es la modalidad que adopta la política económica
impuesta por los organismos financieros internacionales a las economías
nacionales. Ideada por los "Chicago
Boys" al calor de la crisis del Estado de Bienestar, recupera la
tradición liberal para la economía. Para ello, empieza por desacreditar al
Estado interventor acusándolo de paternalista y plantea volver a las
fuentes del libre mercado, que será quien regule la economía. El problema
se plantea cuando un retorno teórico a las leyes antiguas
debe darse en medio de sociedades atravesadas por los monopolios.
[viii]
“El Estado Emergente ha sido denominado de diferentes maneras: Estado
post-social, Estado neoliberal, Estado democrático liberal, etc. Se trata
de un Estado que abandona su papel interventor en la economía para pasar a
cumplir un rol de garante en las reglas de juego, privatizando sus empresas
y transfirriendo al mercado la capacidad de conducir el modelo de desarrollo
y de distribución de bienes. Tiende a favorecer un modelo de acumulación
orientado más a la competitividad externa que al mercado interno. Procura
modernizar y eficintizar su capacidad de gestión, atacando el desempleo
encubierto a partir de reducir el empleo estatal y descentralizando o
regionalizando muchas de sus funciones. Fija como uno de sus objetivos
principales el equilibrio fiscal, reduciendo el gasto público y aumentando
la capacidad de recaudación impositiva. Estamos ante un Estado que se
repliega sobre sí mismo, transfiriendo responsabilidades hacia el mercado y
la sociedad civil”. FILMUS,
Daniel: “Estado, sociedad y educación
en la Argentina de fin de siglo”. Troquel. Buenos Aires. 1996. Pg. 41.
[ix]
"Aldea Global fue el término que
acuñó Marshall McLuhan oara describir la organización social a partir de
la incorporación de nuevas tecnologías. En este contexto aparece Internet,
una red de redes de computadoras, un sistema integrado por caminos virtuales".
El texto pertenece al libro "Ética", de CLAVET Susana y GONZÁLEZ
Nora. Editorial Homo Sapiens. Rosario. 1998.
[x]
JAURETCHE, Arturo: La colonización pedagógica, Segunda Parte de "Los profetas del Odio". Peña Lillo. Buenos Aires, 1967.
[xi]
RICOEUR, Paul: Civilización
universal y culturas nacionales. Capítulo 3º de"Etica
y Cultura". Editorial Docencia. Buenos Aires, 1994.
[xii]
Dos palabras sobre este fenómeno. En "El
terror como política exterior de Estados Unidos", a la pregunta
"¿de dónde vienen los terroristas?, Noam Chomsky responde: "Nadie
lo sabe mejor que la CIA, porque los ayudó a organizarse y los nutrió
durante mucho tiempo".
[xiii]
Tal digestión recibe permanentemente tónicos que la conservan saludable.
Uno de los últimos es el "Proyecto para el Nuevo Siglo Americano", documento elaborado
por los Think Tanks actualmente en
el poder. En el mismo, podemos leer la invitación a "desafiar a los regímenes hostiles a nuestros intereses y valores y
aceptar la responsabilidad del liderazgo único de Estados Unidos para
preservar y extender un orden internacional favorable a nuestra seguridad,
prosperidad e intereses". Diario La Nación. Domingo 6 de abril de
2003. Página 4, sección 7.
[xiv]
McLAREN, Peter: Capítulo "Pánico moral, escolaridad e identidad
sexuales", del libro "Pedagogía, identidad y poder". Homo Sapiens Ediciones.
Rosario, 1998.
[xv]
DURÁN, Diana y VOLOSCHIN, Clarisa: "Convivir
en la Tierra". Lugar Editorial. Buenos Aires, 1992.
[xvi]
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo
celebrada en Río de Janeiro del 3 al 14 de Junio de 1992.
[xvii]
"Medios y política: La estratégica guerra de Hollywood". Diario
La Nación, Domingo 13 de abril de 2003. Sección 7,
página 5.
[xviii]
Lo que hace atractivas a estas Teorías es su capacidad para dar rápidamente
con el supuesto enemigo, que de inmediato es convertido en chivo expiatorio.
En realidad sirven para despistar con falsos indicios a la gente común. Por
eso son explotadas por los diversos totalitarismos.
[xix]
MASTERMAN, Len: “Enseñanza en los medios de comunicación”. Editorial ICSA.
[xx]
FILMUS, Daniel:. Op. cit.
[xxi] Diario La Nación. Domingo 16 de marzo de 2003. Pg. 6.
[xxii]
Dicho sea de paso, hay que agregar que también sirven para que las grandes
corporaciones tengan dónde manufacturar artículos de consumo mundial a muy
bajo costo. KLEIN, Naomi: No logo.
[xxiii] Suplemento Zona del diario Clarín. Domingo 10 de febrero de 2002.