Lilí Muñoz  nació en Victoria, Entre Ríos, en la República Argentina. Vive y trabaja desde hace más  de treinta años  en la Patagonia: Cutral Có y  Neuquén capital (donde reside actualmente); Cipolletti y General Roca, en Río Negro; Puerto San Julián, en Santa Cruz,  fueron y son ámbitos de su quehacer en literatura y educación. 

Ha publicado narrativa, poesía y dramática dentro y fuera del país: CUEVA de la BARDA y otros relatos, (l997),  editado por Narvaja de Córdoba; CATEDRAL de PINARES, libro de poesía, La Colmena, de Capital Federal; CLARA de HUEVO, narrativa, editado por El Ave Fénix  y Ediciones Lilí Muñoz, Neuquén, 2001,  y NACIENDO TEATRO DESDE EL SUR, textos  dramáticas,  conjuntamente con Juan Lacava y Gerardo Pennini, editado por Dunken, Capital Federal, 2002.

 

Literatura  desde la Comarca.

 

 

“Para llegar al mundo hay que llegar primero a la comarca “

Mario Benedetti.[1]

 

(...) no hay manera  de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante, ni otra manera de llegar a la universalidad que a través de la propia circunstancia: el hoy  y aquí”.

Ernesto Sábato[2]

 

 

 

Ø      Literatura y litertad.

 

 

La literatura, manifestación estética  del ser  humano situado históricamente, fluye y deviene por diferentes avenidas y compuertas, por vertientes y corrientes no parejas, las más de las veces,  ásperas y opuestas.

La experiencia estética, y la Literatura  lo es, se caracteriza no sólo como producción desde la libertad, sino también como recepción en libertad. Es en este sentido que este  texto sustenta que la recepción en arte no es en ningún caso consumo pasivo. La Literatura refiere a incertidumbre y urdimbre y la palabra nos acerca a sentidos densos y plurales, más allá de la tecnología que se utilice para su transmisión, si bien se tiene en cuenta que los soportes y formas tienen que ver –casi siempre- con los significados que canalizan. De la literatura y de la libertad nos habla la docente  Patricia Mazzei, residente en  Neuquén:

 

“La Literatura, no sólo consiste en leer libros, expresarse en forma oral y escrita en forma pertinente y correcta. Eso sería subestimar el arte. Consiste en eso y mucho más. Consiste en explorar al máximo cada género comprometiendo no sólo el intelecto sino también comprometiendo lo vivencial, lo corporal, lo emocional, lo más profundo de nosotros mismos. Consiste, como todo arte, en darnos la oportunidad de identificarnos con ficciones y realidades, con personajes y personas, con ideas y sentimientos que son portadores de los nuestros... Cuando hablamos de libertad, hablamos de Literatura. Resulta casi trágico pensar que quienes más cabalmente comprendieron este concepto sean negras figuras de nuestra historia, que prohibieron, desaparecieron y extinguieron almas talentosas de nuestras letras o acallaron sus obras. Uno podrá estar sometido a las peores prisiones imaginables, sean las materiales (las cárceles, los hospicios, los psiquiátricos), las corporales (enfermedades, dolencias del alma), las emocionales (crisis, problemas, estrés, angustia) y aún desde las que no se puedan explicar con precisión. Uno, después de todo, siempre carga con alguna prisión encima. Y generalmente la carga estático y en silencio. Pero siempre estará a nuestro alcance la imaginación, salvadora. Podremos siempre volar a través de un libro, tendremos siempre a mano un lápiz, una birome, un papel, una máquina de escribir, una compu donde imaginar y escribir otros mundos, otras personas, otros paisajes. Uno siempre contará con las ideas y la imaginación para redimirse y rebelarse, para buscar la "punta" del movimiento, para liberarse”.[3]

 

La Literatura forma parte de un flujo y reflujo de voces polifónicas y polisensas dichas en un contexto, donde el autor o autora no es sino un eslabón calificado por su sensibilidad, oportunidad y técnica, en la marea de discursos sociales hechos con la palabra.

 

Roland Barthes, l986, ha expresado que: “Si por un exceso de socialismo o de barbarie, todas las disciplinas menos una debieran ser expulsadas de la enseñanza, es la disciplina literaria la que debería ser salvada, porque todas las ciencias están presentes en el momento literario”. “La literatura es la realidad, o sea el resplandor mismo de lo real ... la literatura hace girar los saberes, no fija ni fetichiza a ninguno”. “La literatura trabaja en los intersticios de la ciencia”.

 

Hecha de la sustancia con que se  tejen  los sueños, la literatura trama su  cuerpo  en la ficción y el desplazamiento, utilizando como materia y cocina la palabra, la difícil y común palabra, con sus significantes, sus significados y sus sentidos. Imagina y crea mundos posibles, horizontes que se corren, se retrotraen o se desdibujan. Mundos no menos consistentes ni vitales que los que llamamos reales y verdaderos.

En este texto, entiendo y digo  literatura a todo  aquello que los seres humanos llamamos literatura, en acepción positiva, no peyorativa.  Es el texto poético o  ficcional, oral o escrito,  que nos marca y huellea. Aquél con el que logramos por un motivo u otro, y  -a veces por un  sin motivo -, un encuentro por el amor o por el odio, un diálogo no sin tropiezos, un puente humano que por momentos suele quebrarse, un campo de juego, pero también de lucha y hasta de rechazo.

 

Lo  genérico y lo dialógico.

 

En coincidencia con algunos tópicos a Michael Bajtín, [1982- 1992],[4] entiendo que  la Literatura se muestra en nuestro tiempo  en diversos y variados géneros discursivos,  con imbricación de unos y otros, aunque algún género prevalezca en particular según el texto. Sostengo  que se hace literatura tanto desde textos de autor o autora  como desde textos anónimos, grafitis, rondas, decires,  cuentos, leyendas,  textos dramáticos,  relatos de vida, poemas, contadas, chistes, adivinanzas, canciones, novelas, conjuros, mandas, rogativas,  historias de instituciones, ensayos. Y sobre todo creo que la literatura es enunciado artístico  y acción de y con  la palabra en contexto, en situación, en un  tiempo y lugar histórico,  con intencionalidad (explícita o implícita) desde quien escribe y desde quien recibe activamente la propuesta de lectura.

Allí, entre quien escribe (autor) y quien re-lee y reescribe el enunciado, (lector, escucha),   se establece el dialogismo,  se reacentúan los géneros, se transita desde un tiempo y un escenario cultural,  más allá de los tiempos y los lugares. La literatura al dar un salto hacia los mundos posibles, al recrear  semas y sensos, al construir realidades nuevas con sólo la  literalidad de la palabra de todos los días,  pone en evidencia el carácter complejo de la realidad. La poesía y la ficción narrativa y dramática multiplican al infinito  las posibilidades del tratamiento de lo real  desde  la cotidianeidad de su palabra,  la de su propio contexto cultural.

 

Literatura  desde la comarca.

 

Quien hace  literatura al Sur del Sur, en tanto  integrante del “destino sudamericano”, del que ha hablado nuestro controvertido  Jorge Luis Borges,  no deja de hacer literatura para el mundo. Como cualquier escritora o escritor, frente al desencanto y la complejidad,  “(...) los latinoamericanos  buscamos  afanosamente una caracterización identificatoria[5],  trata de construir arte  con palabras, de abrir  un campo de posibilidades estéticas: y digo estéticas en amplitud  de sentidos, es decir, asumiendo  que no hay una sola y única mirada  estética ni me estoy refiriendo a  “la estética” en forma canónica. El escritor y la escritora latinoamericano   se aboca –posicionado desde el arte  en un determinado contexto cultural - a la tarea de dar a luz realidades alternativas, a  correr horizontes más allá de lo visible, a  descubrir y transitar  caminos oblicuos, subyacentes, transgresores,  de  “mirada extrañada”, a  detenerse en “el detalle”,  en las particularidades desde un lugar  y desde él  abordar  los temas universales y permanentes del ser humano, pero con los rasgos que nos son propios y caros a nosotros, los que vivimos  el mestizaje  en los confines del mundo.

Si bien determinados periodos históricos, determinadas clases sociales, determinados grupos de poder, determinadas élites o seudoélites culturales y económicas se suelen arrogar y asumir  el  derecho, desde una actitud monológica[6] de  “bajada de línea”, desde una actitud hegemónica,   de decidir qué es y qué no es literatura, desde este espacio afirmo   que son los seres humanos, autores y lectores y escuchas,  quienes hacen y viven la literatura, leyéndola, escuchándola, escribiéndola, diciéndola, disputándola, negándola.

 

 Literatura desde la tierra y la sangre.

 

Quienes nos acercamos a  la literatura considerándola  un trabajo y una profesión, no encontramos  ni recibimos graciosamente ni  por inspiración o elección  los sentidos de las palabras y de los textos que con ellas se hacen: parimos los textos, mostramos en  ellos al menos  la punta de iceberg de nuestras debilidades y amores, y lo hacemos situados desde un lugar en la tierra y en el tempo.

Escribimos los textos  con trabajo y esfuerzo, con el cuerpo,  con las carencias,  luchando con nuestros prejuicios y los ajenos,   en confrontaciones e interrogaciones constantes, en sucesión y retroceso, probando máscaras que finalmente  serán  arrancadas y nos dejarán expuestos hasta las vísceras.

Dramática, narrativa[7] y  poesía, en tanto arte, si bien diferenciándose en aspectos genéricos no sustanciales,[8] expresan modos no literales y no lineales del ser y hacer humano en su medio y en su tiempo. Son modos de mirar y de recrear el mundo y los mundos,  con sólo la mediación de la palabra. Son los “mundos posibles”. Estas  modalidades y maneras  de acercarse  y  de actuar sobre  la realidad, no  resultan menos importantes y vitales que aquéllas  que producen las ciencias físicas, biológicas,  las ciencias  sociales y humanas u otras disciplinas. Se trata de un conocimiento distinto, pero en todo caso, de un conocimiento que contribuye a pensar, sentir y hacer la realidad no en un solo sentido, no por un solo andarivel,  sino en un despliegue de sentidos y  posibilidades de caminos y sendas.

En este orden la literatura  requiere ser creíble en su estatuto de  ficción y poesía, como   hecho cultural de verosimilitud y mimesis[9], de ahondamientos  constantes en la inefabilidad del lenguaje.

Una literatura con márgenes muy amplios y dinámicos, que se diferencie de aquello tradicionalmente aceptado ¿o impuesto? como  genérico y canónico, es una literatura que se inscribe en la generación de prácticas de  democracia,  que aspira a  ser incluyente antes que a cerrar cercos en   la narrativa y poesía: no es posible aprisionar el vuelo del pájaro de la luz y las tinieblas,  en los estrechos límites de algún espejo.  En este sentido coincido con Walter Mignolo, investigador argentino[10], cuando expresa que a nivel de las fronteras culturales, un canon debería considerarse como relativo a la comunidad y no como una relación jerárquica respecto a un canon fundamental, ni tampoco dentro de un modelo evolutivo  en el que los ejemplo canónicos se convierten en la galería del paraíso al que aspiran las literaturas. En una palabra, no nos deslumbremos tanto con las pinceladas centrales del cuadro, veamos el detalle del borde, del rincón casi escondido, como aquel detalle, el único, el inefable,  que vio  María en el cuadro de Castel en El Túnel de Sábato. 

Como lo ha expresado  el escritor pampeano  Edgar Morisoli [11]  “... la estrategia de la globalización  en el campo de la cultura representa la negación misma de la identidad de nuestros pueblos”. La globalización niega  la diferencia que nos hace ser quienes somos y permite la ponderación de los imperios. Se socava y mengua la confianza en las propias fuerzas y valías del pueblo marginado, del que “queda afuera” (¿de qué? ¿dicho por quién?),  a través del menosprecio de su forma de ser y  hacer, porque ella no se corresponde con las formas del  centrismo,  “eurocentrismo” o “yupicentrismo”.

Si bien Argentina ha sido ubicada  como país periférico en relación con los centros   culturales y económicos del poder occidental, en estos, los albores del siglo XXI, en limitaciones arbitrarias,  construidas todas  por  seres humanos, tenemos el derecho  a la no provincianía, a la no insulación. Tenemos el derecho de aspirar al universalismo desde nuestra especificidad, desde nuestras diferencias y particularidades, desde nuestra situación y desde nuestra comarca.

No es lo mismo encontrarse en  la ribera de un río,  que en medio de él. No se mira el mismo cielo  ni se pasa el mismo frío, ni se ve de la misma manera la transparencia de la flor. Y si el hambre, el frío o la percepción de la belleza no es vivida por  el ser humano de la misma manera según la comarca en que se halle, tampoco la escritura de esa mujer u hombre acerca de  las realidades que ambitan, cualesquiera ellas sean, será  la misma, según  se encuentre  en un lugar o en otro. Universalidad no es lo mismo que  globalización. También es cierto, y es casi una obviedad  atestiguarlo,[12] que la comarca y los ámbitos  no se diferencian sólo por el paisaje, ni por la explicitación más o menos pintoresca, emocional  o exótica  que de él se realice.  No estoy diciendo color local en literatura, estoy tratando de nombrar  textualización desde  la propia palabra, desde el pie y el aire, desde las entrañas y nuestra angustia-esperanza, con las  diferencias y  mixturas, los vestigios de  culturas primigenias y también  de las que llegaron en  los barcos y las de los exilios provincianos, nuestra ignorada y dolorosa migración interna. Estoy diciendo arraigos desde la palabra  que, sabemos,  siempre  han sido  nomadismos.

 

 Lilí    Muñoz

         lidiar@arnet.com.ar

 

Bibliografía.

 

-          Ávila, Raúl,  La Lengua y los Hablantes, 1977, fragmento, en Curso “Hacia una Literatura substantiva”, coordinación de la Prof. Ma. Griselda Navas, Módulo II, Venezuela, 2002

-          Bajtín,M., La problemática de los géneros discursivos, en Estética de la Creación Verbal, 1992, S.XXI, México.

-          Morisoli, Edgar, Identidad Cultural, Universalidad y “Globalización”-Lla,mamiento a los creadores-, Guatraché, La Pampa,  Argentina,   8 y 9 de noviembre de 1997.

-          Mignolo, Walter, Los cánones  y (más allá de) las fronteras culturales, Universidad de Duke, EE.UU., en bibliografía del Seminario sobre Canon, UNCo.2002.

-          Muñoz, Lilí, Aproximación a la Literatura del Neuquén, en El gran libro del Neuquén,       Alfa Centro Literario  y Milenio Ediciones, Argentina, 2001.

-          Muñoz, Lilí y Aranda, Raúl, Aporte a la identidad patagónica: La narrativa folklórica y el cerco del olvido en las Cantoras del Norte del Neuquén, Parte I y II, en Cuadernos Nos.8 y 9, Fundación Cultural Patagonia, General Roca, Río Negro, Argentina, mayo y agosto del 2001.

-          Paneiva, Jorge, “La idea de lo regional”, en Diario Río Negro,  General Roca, Río Negro,  Argentina, 14--7-2002.

 

 


[1] Liter-Edu, Internet, Clarín, 1996-2000,

[2] Sábato,  Ernesto, citado  por  el Arquitecto Jorge Paneiva, en “La idea de lo regional”, en Diario Río Negro,  General Roca, Río Negro,  Argentina, 14--7-2002.

 

[3] Cfr.Mazzei, Patricia, Trabajo final del Curso a Distancia Literatura Infantil y Juvenil ¿clon editorial o simplemente literatura?, Editorial A Construir, Neuquén, marzo del 2003

[4] Bajtín,M., La problemática de los géneros discursivos, en Estética de la Creación Verbal, 1992, S.XXI, México.

[5] Gutiérrez, Ramón, citado por el Arquitecto Jorge Paneiva, en “La idea de lo regional”, en Diario Río Negro,  General Roca, Río Negro,  Argentina, 14--7-2002.

[6] Utilizo “monológico” en la acepción de Michael Bajtín, como voz unívoca y autoritaria, opuesta a una actitud dialógica,  conceptos ambos utilizados por el mismo autor.

[7] Tomo narrativa en   sentido abarcativo: narrativa es también historia de vida,  relato, ensayo,  novela corta, narrativa en verso, etc.

[8] Me refiero a diferenciaciones desde la superestructura,  géneros discursivos, formatos, medios de acercamiento al receptor.

[9] Considero el concepto aristotélico de  “mimesis” en  sentido amplio,  no como mera copia de la realidad, sino como interpretación, como recreación de ella. Siguiendo a Paul Ricoeur, 1995, asumo que en la literatura se halla tanto la imitación y representación de  la acción  como la  disposición de  los hechos. (Cfr.Ricoeur,Paul, Tiempo y Narración, I,Siglo XXI, Madrid,1995).

[10] Cfr., Mignolo, Walter, Los cánones  y (más allá de) las fronteras culturales, Universidad de Duke, EE.UU., en bibliografía del Seminario sobre Canon, UNCo. dic. 2002.

[11] Morisoli, Edgar, Identidad Cultural, Universalidad y “Globalización”-Lla,mamiento a los creadores-, Guatraché, La Pampa,  8 y 9 de noviembre de 1997.

[12] Para  Ernesto Sábato, una de las funciones básicas del escritor, es la de testigo. (Conferencia en Neuquén capital, 6 de diciembre del 2000).